La conexión entre emociones y decisiones es un campo de estudio en constante evolución dentro de la psicología. Las investigaciones han demostrado que las emociones pueden funcionar como un sistema de alerta que nos orienta en momentos de incertidumbre. En otras palabras, nuestras emociones operan frecuentemente como un mecanismo de procesamiento de información que facilita la toma de decisiones rápidas, aunque estas no siempre sean las más racionales. Un ejemplo claro sería el caso de alguien que, al experimentar miedo frente a una situación peligrosa, opta por huir sin analizar detalladamente lo que ocurre.
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Las emociones no solo desempeñan un papel en la velocidad con la que tomamos decisiones, sino también en su calidad. Cuando una persona está abrumada por ira, tristeza o estrés, es probable que sus decisiones se vean afectadas por estas emociones. Esto puede derivar en resultados indeseados, ya que las emociones intensas tienden a distorsionar nuestra percepción y juicio. Dentro del estudio del comportamiento humano, este fenómeno se conoce como "sesgo emocional", el cual se caracteriza por priorizar sentimientos momentáneos sobre un análisis lógico de la situación, algo que puede convertirse en un obstáculo durante situaciones decisivas.
Las emociones tienen un impacto significativo en la manera en que procesamos la información y evaluamos las opciones a nuestro alcance. En escenarios de estrés o presión, es frecuente que estas influyan en nuestra percepción, llevándonos a decisiones impulsivas o motivadas por el miedo. Contrariamente, durante estados de alegría o entusiasmo, solemos inclinarnos hacia elecciones más arriesgadas o creativas.
Es fundamental entender que las emociones no siempre representan un obstáculo en el proceso de toma de decisiones. Las emociones positivas, como la felicidad o el entusiasmo, pueden potenciar nuestra creatividad y fomentar una mayor predisposición a asumir riesgos. Al mismo tiempo, las emociones negativas, como el miedo o la tristeza, también cumplen un papel valioso al alertarnos sobre posibles peligros y ayudarnos a valorar con mayor detenimiento las implicancias de nuestras elecciones.
DESDE LA FE
Dos grandes teólogos católicos, San Agustín y Santo Tomás de Aquino, han abordado la relación entre las emociones y las decisiones. San Agustín afirmó que "las emociones son rectas en aquel cuyo amor está bien puesto". San Tomás de Aquino destacó que las emociones, cuando están ordenadas correctamente, pueden guiar nuestras acciones hacia el bien.
En sus catequesis sobre el discernimiento, el Papa Francisco ha hablado sobre la importancia de escuchar el propio corazón y buscar la paz interior como signo de haber tomado decisiones correctas. Él sugiere que la espiritualidad es circular y que encontrar la armonía con Dios puede ayudar a tomar buenas decisiones.
En la carta a los Romanos, San Pablo reflexiona sobre la lucha interna entre la naturaleza caída y la naturaleza redimida, y cómo nuestras emociones pueden influir en nuestras decisiones. Él dice: ni siquiera entiendo lo que hago, porque no hago lo que quiero sino lo que aborrezco. “Pero si hago lo que no quiero, con eso reconozco que la Ley es buena. Pero entonces, no soy yo quien hace eso, sino el pecado que reside en mí, porque sé que nada bueno hay en mí, es decir, en mi carne. En efecto, el deseo de hacer el bien está a mi alcance, pero no el realizarlo. Y así, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. Pero cuando hago lo que no quiero, no soy yo quien lo hace, sino el pecado que reside en mí. De esa manera, vengo a descubrir esta ley: queriendo hacer el bien, se me presenta el mal.”
Alguien que vivió decisiones apresuradas manchadas por emociones es José. En el libro de Génesis, José fue vendido como esclavo por sus hermanos debido a la envidia y el resentimiento. En Egipto, sus emociones jugaron un papel crucial en sus decisiones. Aunque inicialmente rechazó a sus hermanos cuando se presentaron para comprar grano, finalmente decidió perdonarlos y ayudarlos, mostrando cómo las emociones pueden evolucionar y guiar hacia decisiones más justas y compasivas.
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Pasos para futuras buenas decisiones - Francisco:
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